Ernesto Catena, el hijo mayor de Nicolás Catena Zapata, gracias a su infancia en Argentina y su vida de viajero incansable (viviendo en New York, Berkeley, Cambridge, Milán y Londres), desarrolló un amor por Mendoza, el lugar que lo vio nacer, y por los viñedos que recorrió de pequeño, donde aprendió a descubrir la pasión por elaborar grandes vinos. Por esto, en el 2002 decidió crear su bodega reconocida por su estilo centrado en la diversidad y calidad, percibible en su constante búsqueda de las mejores uvas. Partiendo de esta esencia, Ernesto eligió diferentes viñedos para distintas variedades, donde el terruño y el clima indican que las mismas lograrían su mejor expresión. Además, buscó pequeños productores para colaborar y trabajar con ellos para crear vinos con identidad propia.